La baja autoestima en el trabajo
Tener una baja autoestima afecta muy negativamente a todos los aspectos de nuestra vida como las relaciones, los estudios… y el trabajo. Fingir ser algo que no somos o pagarlo con los demás sólo trae problemas y complicaciones. Lo que necesitamos es ser conscientes de nuestras virtudes, defectos y puntos fuertes, y aceptarnos tal como somos.
Partiendo de esta base, vamos a ver algunas de las consecuencias que tiene en el área laboral la baja autoestima. No son las mismas para todas las personas, pero sí son muy habituales.
- Ritmo más lento. Al no confiar lo suficiente en nuestras capacidades o cualidades, titubeamos y no ponemos a prueba nuestros límites por miedo a hacerlo mal.
- Perfeccionismo exagerado. Hacemos todo lo posible para que el trabajo sea impecable a los ojos de los demás, aunque no nos concedamos ningún mérito después. Esto nos hace gastar unas energías que no tenemos.
- Productividad escasa. Esto se debe o bien a revisiones excesivas del trabajo que hemos hecho, o bien a nuestra inseguridad.
- Pesimismo en las expectativas. Si pese al esfuerzo los resultados no son buenos, y además no valoramos nuestro talento, la percepción que se termina teniendo del futuro y de la realidad terminan siendo bastante negativas, además de aumentar el resentimiento hacia uno mismo y la amargura.
- Vulnerabilidad. La probabilidad de sufrir un mal trato por parte de otros aumentan cuanto menos nos queremos a nosotros mismos. Las personas que no defienden sus límites o se muestran demasiado complacientes se convierten en alguien de quien los jefes o compañeros pueden obtener una ventaja.
Cambiar los esquemas
Una baja autoestima tiene mucho más que ver con la manera de pensar o de verse a uno mismo que con la realidad. Y aunque resulte difícil, hay que hacer lo posible por vernos de una manera diferente, deshacernos de viejos esquemas y adoptar unos nuevos y diferentes. Para que esto pueda resultar más sencillo, se pueden poner en práctica algunos consejos:
- Potenciar los puntos fuertes. No hay que ignorar las propias limitaciones y debilidades, pero sí explotar aquello que sabemos hacer bien y sacarle todo el provecho
- Centrarse en uno mismo. Cada persona tiene sus virtudes, defectos, metas, puntos débiles y puntos fuertes. Hay que mirar cuáles son los nuestros y prestarles toda la atención. Las comparaciones son odiosas, así que no debemos compararnos con otros constantemente.
- Superar los errores. Además de ser injusto, castigarnos constantemente no nos lleva a nada. Hay que aprender de los errores aquello que sea necesario, y después dejarlos marchar. Los errores se quedan atrás, y nosotros seguimos adelante.
- Reconocer los logros. Las palmaditas en la espalda y las felicitaciones siempre están muy bien, pero la primera persona que debe estar satisfecha con su trabajo debe ser siempre uno mismo.
Estos consejos no salen automáticamente, y hay que practicar a menudo hasta que se conviertan en un hábito. Pero sentirse mejor en algo a lo que dedicamos tanto tiempo como es el trabajo es algo que vale la pena.